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La Garantía de Indemnidad: ¿Un Escudo Necesario o un Obstáculo para la Gestión Empresarial?

La reciente incorporación de la garantía de indemnidad en el Ordenamiento jurídico español, mediante la Ley Orgánica 5/2024, de 11 de noviembre, del Derecho de Defensa, refuerza la protección de los trabajadores frente a represalias empresariales tras la reclamación de sus derechos laborales. Esta medida, que asegura que los empleados no sufran consecuencias desfavorables por ejercer sus derechos, ha sido recibida con entusiasmo por parte de los defensores de los derechos laborales. No obstante, merece un análisis más profundo, ya que su aplicación podría tener efectos contraproducentes que, lejos de proteger los derechos del trabajador, podrían fomentar una mayor conflictividad en la relación laboral.

¿Qué es la garantía de indemnidad?

La garantía de indemnidad protege a los trabajadores de cualquier represalia por parte de la empresa tras una reclamación, ya sea administrativa, judicial o interna, de sus derechos laborales. Esta protección va más allá del trabajador directamente afectado, extendiéndose también a sus familiares que trabajen en la misma empresa, con el objetivo de evitar lo que se conoce como discriminación por asociación.

Por ejemplo, si un empleado presenta una queja sobre impagos o condiciones laborales, y como respuesta la empresa decide despedirlo o sancionarlo, se considerará una represalia y la acción será nula. Lo mismo se aplicaría si la represalia afecta a su cónyuge o a otros familiares directos que trabajen en la misma empresa.

Los beneficios de la medida: un blindaje necesario

  1. Protección efectiva de los derechos de los trabajadores:
    Este refuerzo otorga una mayor seguridad a los empleados, permitiéndoles ejercer sus derechos sin miedo a represalias. De este modo, se fomenta un entorno laboral más justo, donde los trabajadores pueden defender sus intereses sin temor a sufrir consecuencias adversas.
  2. Refuerzo de la confianza en la justicia laboral:
    Al vincular la garantía de indemnidad a derechos fundamentales como la tutela judicial efectiva, la medida refuerza la confianza en el sistema judicial y en la protección que ofrece el Ordenamiento jurídico español.
  3. Prevención de abusos empresariales:
    Con esta norma, se disuade a las empresas de practicar represalias o discriminación contra los trabajadores que reclaman sus derechos. Esto podría evitar situaciones de abuso, donde los empleados se vean coaccionados o intimidados por ejercer sus derechos.

La otra cara de la moneda: ¿una mayor conflictividad laboral?

A pesar de estos beneficios, el refuerzo de la garantía de indemnidad no está exento de críticas y posibles efectos secundarios negativos, tanto para la empresa como para la propia relación laboral entre empleado y empleador.

  1. Posibilidad de una relación laboral más conflictiva:
    La adopción de una medida tan protectora para los trabajadores podría generar una mayor tensión entre los empleados y la empresa. En algunos casos, los trabajadores pueden sentirse más empoderados para reclamar sus derechos, incluso en situaciones en las que la queja no sea completamente justificada. Esto podría dar lugar a un incremento de los conflictos laborales, especialmente en empresas donde las relaciones ya están deterioradas.

La empresa, por su parte, podría adoptar una postura más defensiva o rígida, no solo frente a la queja, sino también en todas las decisiones que impliquen a ese empleado, por miedo a que cualquier medida tomada se interprete como una represalia. Este efecto podría perjudicar tanto a la empresa como al propio trabajador, al generar un ambiente de desconfianza y confrontación constante.

  1. Riesgo de abuso de la norma:
    Si bien la norma tiene la intención de proteger los derechos legítimos de los trabajadores, podría haber quienes intenten utilizar la garantía de indemnidad como un escudo ante actuaciones que, en realidad, no están relacionadas con la defensa de derechos laborales. Esto podría llevar a situaciones donde los empleados presenten reclamaciones infundadas o basadas en conflictos personales, sabiendo que cualquier medida disciplinaria podría ser percibida como una represalia, lo que incrementaría los conflictos y generaría un desgaste innecesario en las relaciones laborales.
  2. La carga de prueba recae en la empresa:
    La empresa se enfrenta a una gran carga administrativa y jurídica para justificar sus decisiones. Debe demostrar, más allá de toda duda razonable, que cualquier acción tomada hacia un trabajador que haya reclamado sus derechos no está vinculada a dicha reclamación. Esto puede ser difícil de probar, especialmente en situaciones de despido o sanción, lo que abre la puerta a interpretaciones subjetivas y, en ocasiones, a decisiones judiciales que no siempre favorecen el sentido común empresarial.
  3. Conflictos con la figura del empleador:
    La norma también podría verse como un desajuste en el equilibrio de poder dentro de la relación laboral. Si bien se protege al trabajador, la medida podría percibirse como una restricción a la capacidad de la empresa para gestionar de manera autónoma sus recursos humanos. Esto podría generar una sensación de desconfianza por parte del empleador, que teme que cualquier acción tomada pueda ser interpretada como una represalia, incluso si la misma es completamente legítima.

¿Es la medida un escudo o una espada de doble filo?

En resumen, el refuerzo de la garantía de indemnidad representa un avance significativo en la protección de los derechos laborales. Sin embargo, su aplicación no está exenta de riesgos. Aunque la intención es buena, el impacto de la norma podría ser un aumento de la conflictividad en las relaciones laborales, con un posible deterioro de la comunicación y la cooperación entre trabajadores y empleadores. Las empresas deben ser cautelosas y adaptarse a este nuevo marco legal con estrategias más transparentes y documentadas para evitar que sus decisiones sean malinterpretadas.

Por otro lado, es crucial que los trabajadores no utilicen la normativa de manera oportunista, ya que un uso excesivo de esta protección podría generar un clima de desconfianza mutua que, a largo plazo, resulte perjudicial tanto para la empresa como para ellos mismos. En este sentido, la garantía de indemnidad debe ser vista como una herramienta que, si se usa de manera responsable, puede contribuir a un entorno laboral más justo. No obstante, si se usa de manera abusiva, podría generar más problemas de los que resuelve.

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